miércoles, 16 de agosto de 2006

La parada del autobus

El otro día viniendo del médico me tuve que subir en el autobus. Si ese medio público en el cual hacía mucho tiempo no montaba. Al pasar el tiempo uno se independiza, se hace mayor, con algunos medios se compra coche o moto, y evita subir en dicho transporte público, pero el otro día, al no poder conducir por mis dolencias, volví a montar en él.
Hacía alrededor de tres años que no subía en un autobus urbano. No recordaba esos asientos tullidos y duros, no recordaba el ruido de la puerta al abrir y al cerrar, no recordaba el ruido que hace al tocar el botón de parada solicitada, y no recordaba que hubiera tanto inmigrante.-

Todo lo demás es el mismo, son los mismo autobuses, mismos chóferes, son los mismos trayectos, pero ahora hay usuarios nuevos. Nos estamos modernizando y uno se da cuenta que la inmensa mayoría que utiliza este necesario transporte urbano son los estudiantes, los trabajadores y gran parte de los inmigrantes. Pero esto me dio que pensar, estamos a mediados de agosto, se acercan exámenes de recuperación de las universidades y universitarios, y vi que le 60-70% de los viajeros son inmigrantes. Me di cuenta que España está siendo un país cada vez más inter-racial. Un chico de color me cedió el asiento al que le dí las gracias. Creo y pienso que todos podemos vivir juntos. Creo y pienso que todos debemos de convivir. Creo y pienso que no es tan difícil, que ellos tienen que acatar nuestra cultura, y que nosotros tenemos que respetar la de ellos. Creo y pienso que está pasando como pasó hace 40 años a nuestros padres y abuelos, cuando se marcharon a Alemania y Francia en busca de trabajo y esto es bueno y malo. Bueno por que por lo visto aquí hay trabajo cuando antes no lo había y nuestra economía sigue aumentando. Y lo que veo y digo es que tenemos que hacer lo mismo que hicieron con nosotros. Estamos en el siglo XXI y parece ser que eso hay gente que no lo piensa. Encontre varios jovenes en los cuales no pensaban lo mismo y empezarón a increpar y a molestar a un par de chavales. Me sentí avergonzado e impotente en aquél momento, sin margen de reacción.
Debemos de reflexionar en ello, os lo comento para que lo hagais.


Escrito por Angel Román Villalta.-